La Norma 100 de Oeko-Tex se desarrolló para comprobar la inocuidad de los productos para la salud y concederles una etiqueta independiente del fabricante. Es una de las etiquetas ecológicas más antiguas y conocidas y la concede la Asociación Oeko-Tex, con sede en Zúrich. Se desarrolló en respuesta a los residuos tóxicos en los textiles.
Por ello, no se centra en la fabricación de los productos, sino en comprobar su inocuidad para la salud humana. Por ejemplo, comprueba la presencia de colorantes azoicos prohibidos, colorantes cancerígenos y alergénicos, pesticidas en textiles de fibras naturales, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), compuestos organoestánnicos, fenoles clorados, ftalatos (suavizantes), PFOS, PFOA y muchos más.
La Norma 100 de Oeko-Tex garantiza así que los artículos certificados cumplen los estrictos valores límite de contaminantes del catálogo de criterios actualizado anualmente tras superar con éxito la prueba. Es necesario que todos los componentes de un artículo cumplan los criterios exigidos.
La seguridad de los productos se divide en cuatro clases, en función del uso previsto: Desde la clase 1, para bebés y niños pequeños, con valores orientativos muy estrictos, hasta la clase de producto 4, para materiales de decoración como cortinas, que apenas entran en contacto directo con la piel cuando se utilizan según lo previsto.
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